miércoles, 19 de mayo de 2010

¿Por qué un cese y no trabajar para la ciudadanía?

Si la consulta para la remodelación de la Diagonal era un ejercicio de participación ciudadana, el cese (es igual voluntario o involuntario) del Primer Teniente de Alcalde Carles Martí una vez vistos los resultados no hace ningún favor a este tipo de procesos, sino que en mi opinión les da un golpe de gracia, hoy por hoy, al que todos han contribuido.


La distorsión del proceso ha consistido en no saber mantener lo que se prometió en su inicio: que habría neutralidad política sobre las opciones presentadas.
Lejos de ello, cada partido (unos más que otros) ha hecho bandera de una de las alternativas. El posicionamiento más o menos explícito del principal partido del gobierno municipal en favor de una opción ha acabado convirtiendo la consulta en un plebiscito -según dicen los comentaristas (véase el final de este escrito) -, como ha sido ampliamente comentado en los días anteriores, durante y después de la semana pasada. Y el otro partido del gobierno municipal manifestó que no había opción diferente a reformar la Diagonal y que además ésta no se podía concebir sin el tranvía, afirmación que poco margen dejaba aparentemente al proceso participativo y que no deja de sorprender en pleno proceso cuando uno de sus representados es una de las voces más autorizadas de este país en temas de participación.


En un proceso de participación ciudadana es el diálogo entre los ciudadanos lo que lo caracteriza, pudiendo finalizar con una manifestación concreta de la opinión de cada uno.
Si bien el primer punto se ha cumplido, al menos por parte de diversas entidades y colectivos que han ido argumentando explícitamente al respecto, el punto final, la votación, parece haberse convertido en un debate político más, como hubiera podido suscitar a raíz de la fluctuación de los precios de las rosas el día de Sant Jordi debido a la globalización, por poner cualquier ejemplo.


Los procesos de participación ciudadana pueden nacer de dos maneras: porque los propios ciudadanos, agrupados convenientemente, lanzan una propuesta a debatir o porque la administración institucional les presenta una alternativa a contrastar o varias posibilidades de elección sobre una alternativa ya decidida.
Como muchos han dicho, quizás en el caso que nos ocupa faltaba una primera propuesta: remodelar integralmente la Diagonal, sí o no, y en caso de resultar ganador el "sí", abrir un plazo de propuestas sobre las posibilidades, debatirlas y presentarlas a elección de los ciudadanos. Y aun así, en el esquema escogido para la consulta de la Diagonal, se hubieran podido unificar estos debates desdoblando la famosa alternativa C (inexistente como tal en el momento de la votación) para que las personas que decidieron votar tuvieran la oportunidad de manifestar claramente si no querían una reforma integral o si la querían pero ninguna de las dos propuestas oficiales presentadas les gustaba: se trataba de añadir un cuadro más en la pantalla de votación. Y un poco más allá, hubiera podido abrir la posibilidad de propuestas no realizadas sólo por los técnicos municipales sino por otros colectivos, que estos días ha quedado claro que de existir, existen.


Si todo esto se hubiera conducido bajo una auténtica convicción de contar con la opinión de la gente para sacar adelante (o no) un proyecto y por lo tanto pedirles su parecer desde una neutralidad institucional en la formación de la decisión
final, pero con un impulso institucional decidido (y realmente sentido) del proceso participativo, el resultado final no debería representar un terremoto político ni la inmolación personal de nadie, sea voluntaria o forzada, sino, sencillamente, un mandato ciudadano indicando que el camino a seguir. Y como la Diagonal no lo es todo en la ciudad, aquellos que estaban dispuestos a trabajar en ella deberían haber continuado haciendo aquello por lo que, en teoría, fueron elegidos: representar a los ciudadanos y, por tanto, trabajar en sus prioridades y necesidades. ¿Es trabajar por la ciudadanía cesar (o hacer cesar) un representante político cuando la ciudadanía dice por qué camino quiere ir? Quizá lo que debería hacerse es precisamente trabajar (no debe cansarnos repetir esta palabra) en este sentido, en lo que quiere la gente, no en lo que se piensa que quiere la gente.


Tuve la oportunidad de captar la opinión de doscientas personas que votaron en la consulta.
Ni una A era a favor del Alcalde, ni una B iba medio en contra y ni una C pretendía hacerlo dimitir: los votantes actuaban por razonamientos más "simplistas": pensando en la pregunta, en la forma de la nueva Diagonal , en el transporte, en el bonita que ahora es y no es necesario tocarla, en lo que podría ser, pero tenemos ahora otros problemas, en que no quiero que sea así ... pero no en juegos de estrategia. Y esto es la participación: algo más simple, sin tantos entresijos.

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