lunes, 29 de marzo de 2010

El voto entre los 16 y 18 años

Pilar Rahola comenta en un artículo en La Vanguardia del pasado sábado (http://www.lavanguardia.es/ciudadanos/noticias/20100321/53898859357/populismo-en-la-diagonal-la-vanguardia-barcelona-hereu.html) diversos motivos sobre la improdedencia del proceso participativo sobre la reforma de la Diagonal, uno de los cuales, a su juicio, es el voto de los jóvenes entre 16 y 18 años, a los que considera con capacidad indescriptible para opinar sobre temas de urbanismo. Yo añadiría como la mía (que casi multiplico los 18 por tres) y la de la mayoría de los mortales, incluyendo a la clase política. Pero es que és obvio: ¿cuántos Leonardos pueden existir hoy en día?.

La clase política, la clase empresarial, muchos profesionales liberales y también el ciudadano de a pie tomamos decisiones en las que no somos expertos porque dejamos que estos, los expertos, nos acosejen o al menos den su visión. Y si queremos más seguridad (y podemos) pedimos la opinión de más de uno de ellos. Todo este proceso de decisión se basa en un concepto que desde la colaboración en un periódico debería tenerse en mayor consideración: la información. Decida quién decida, lo hará en base a los datos que recopile sobre la cuestión. Y creo que los jóvenes, en los tiempos que corren, están más habituados que muchos de nosotros en tratar la información. De acuerdo, será en la quieran, pero saben tratar información. Y sin ella, a los 18 o a los 75 años, si se vota es “a boleo” como parece suguerir la autora del artículo cuando se refiere a los jóvenes.

La clave de la cuestión es precisamente la disposición de información. Ésta es la base para la toma de decisiones, independientemente de la edad (sobrepasado un límite obvio, por supuesto). Y sin duda, quien recuerde sus años académicos, incluso a los 17, percibirá que es la época de la vida en la que se trabaja con más información (otra cosa es que se saque fruto de ella). Posteriormente, con el tiempo y la especialización de cada cuál, la información que se busca va siendo más acotada y, a veces, menos asimilable que durante la juventud.

El reto, ante todos los ciudadanos, es suministrar información que permita decidir qué opción preferimos, o no, del proyecto de reforma de la Diagonal. Se habla de si l’Eixample podrà absorber el tráfico desviado des de la Diagonal o no, pero aún no he visto ningun análisis detallado sobre el porqué de si es que sí o si es que no elaborado por ningún experto, aunque dicen que de haberlos, haylos. Se habla del coste económico, pero no sé de dónde sale ni cómo se financiará. No he visto ninguna recreación visual en movimiento de los proyectos propuestos que abarque un buen tramo de la Diagonal, con sus peatones, sus laterales, sus cruces y sus vehículos, más allá de las imágenes pseudoanimadas de la web (www.bcn.es/diagonal/). Mientras no me ofrezcan todo esto, no sé en base a qué votaría, si pudiera hacerlo. Como los de 16, 25, 43 o 80 años…

Y con información, en los centros educativos pueden abrirse debates y análisis de propuestas y de sus impactos… cosa que no haremos la mayoría de nosotros ni que vayamos a votar.

Y no olvidemos que en la actualidad la información está fuertemente ligada con las nuevas tecnologías, sobre las que los jóvenes de 16 a 18 años pueden darnos multitud de lecciones.

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